Conceptos básicos de género
Para hacer frente a la desigualdad es importante distinguir entre estos dos conceptos: Sexo y género.
El sexo es biológico y fisiológico, se nace con él (órganos sexuales, hormonas, genes) y determina las características físicas de la persona. Hablamos de género cuando hacemos referencia a la construcción social y cultural que adquirimos a lo largo de la vida. Se trata de los roles, las responsabilidades y las oportunidades que cada sociedad asigna al hecho de ser hombre o mujer y las relaciones socioculturales que se establecen entre mujeres y hombres, niñas y niños.
Entender la distinción entre sexo y género es el pilar de cualquier acción contra las desigualdades de género, porque la desigualdad no es algo natural sino estructural y sitúa en una posición de inferioridad a la mujer, por el mero hecho de serlo. Esta construcción social y cultural se puede cambiar y reconstruir en pro de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
Las características específicas de las relaciones de género son:
- Una construcción social: Cada contexto cultural asigna a mujeres y hombres un conjunto de funciones, actividades, relaciones sociales y formas de comportamiento. Los hombres y las mujeres no nacen con estas funciones, sino que las aprenden a lo largo de su vida, lo que se espera de ellos y ellas como hombres y mujeres.
- Específicas: Cada cultura tiene su visión sobre los roles y las relaciones de género.
- Estructuran la vida cotidiana de las personas: Las relaciones de género determinan los derechos, las obligaciones y las responsabilidades respectivas de las mujeres y de los hombres.
- Cambian: Las relaciones de género cambian a lo largo del tiempo. No somos las mismas mujeres y hombres que nuestras abuelas y nuestros abuelos y tampoco tenemos las mismas relaciones entre hombres y mujeres que hace cincuenta años.
Diccionario de términos básicos
La identidad de género:
Es la percepción que cada persona tiene sobre sí misma en cuanto al género, y puede o no coincidir con las características sexuales. La persona basa su conducta y su forma de ser y pensar en el género con el que se siente identificada independientemente de su sexo, orientación sexual, edad, nivel socio-económico, etc. En resumen, podemos decir que nuestra identidad de género es quiénes somos, cómo actuamos, cómo nos perciben y cómo uno se siente sobre sí mismo.
Estereotipos de género:
Conjunto de creencias o ideas preconcebidas sobre las características consideradas apropiadas para mujeres y hombres. Determinan las conductas, comportamientos y actitudes que deben tener las personas según su grupo de pertenencia, es decir, son los atributos de feminidad para las mujeres y de masculinidad para los hombres. Con el tiempo, estas características se naturalizan y se asumen como verdades. Los estereotipos impiden que se desarrollen nuevas capacidades…
Perspectiva de género:
A modo de imagen hablamos de” las gafas” que nos permiten ver cómo se articulan las relaciones de género en todos los aspectos de la vida humana y cómo estas relaciones generan y perpetúan desigualdades entre mujeres y hombres.
La perspectiva de género implica asumir que los fenómenos sociales, económicos, políticos e ideológicos no son neutros y conllevan una ausencia de neutralidad.
Igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres:
Fundamentado en el principio de igualdad, se refiere a la necesidad de corregir las desigualdades que existen entre hombres y mujeres en la sociedad. Constituye la garantía de que mujeres y hombres puedan participar en diferentes esferas (económicas, política, participación social, de toma de decisiones) y actividades (educación, formación, empleo) sobre bases de igualdad.
Machismo:
Conjunto de actitudes y comportamientos de prepotencia y de desvalorización con respecto a las mujeres cuyo objetivo es mantener la posición de subordinación de las mujeres con respecto a la posición de dominación de los hombres. Responde a una forma particular de organizar las relaciones entre los géneros. Se caracteriza por el énfasis en la virilidad, la fuerza y el desinterés respecto a los asuntos domésticos por parte de los varones.
Son manifestaciones sutiles, que a menudo nos pasan totalmente inadvertidas, de machismo.Comportamientos diarios que tanto hombres como mujeres tenemos completamente asumidos y que, aunque son sutiles y de apariencia inofensiva, ponen en evidencia una desigualdad cultural entre géneros que maneja de una manera implícita las actitudes que uno y otro deben adoptar.
Micromachismos:
Los micromachismos se pueden clasificar en 4 tipos:
- Utilitarios: Hace referencia a la asunción implícita de que las tareas domésticas y el cuidado de las personas que se encuentran en este, son inherentes al hecho de ser mujer. En la casa, un ejemplo claro de un hombre supuestamente colaborador se vería en la frase: “Cariño, te he puesto la lavadora”. A lo que una mujer que los detecte debería preguntar: “¿Dónde?”, dado que ambos ensucian ropa.
- Encubiertos: Son muy sutiles y buscan la imposición de las “verdades” masculinas para hacer desaparecer la voluntad de la mujer, que termina coartando sus deseos y haciendo lo que él quiere. Hay micromachismos en los silencios, en los paternalismos, en el “ninguneo” y en el mal humor manipulativo. Quién no ha escuchado en casa: “Calla, que papá está enfadado, viene muy cansado del trabajo y necesita las cosas así”
- De crisis: Surgen cuando ellas empiezan a romper la balanza de la desigualdad en la pareja. Un ejemplo sería el de la mujer que obtiene un nuevo trabajo y que es cuestionada por ello en su hogar, ya que sus capacidades como madre se verán afectadas, llenándola de culpabilidad si aceptara este trabajo.
- Coercitivos: En ellos el hombre usa la fuerza moral, psíquica o económica para ejercer su poder, limitar la libertad de la mujer y restringir su capacidad de decisión. Se ven en quién ocupa el mejor sillón de la casa, quién tiene el mando de la televisión, etc… En cuanto al tiempo, el hombre, lo dicen todos los estudios, cuenta con más ocio para sus cosas, ya sea irse a montar en bici o irse con sus amigos a ver el fútbol…
Patriarcado:
Sistema que organiza las desigualdades de género desde el punto de vista social, político, económico, religioso y cultural. Se basa en la idea de predominio de los hombres sobre las mujeres. El patriarcado transforma la jerarquía de género en poder en mano de los hombres para subordinar a las mujeres, manteniendo y perpetuando roles y estereotipos jerarquizados de género.
Feminismo:
Corriente de pensamiento en permanente evolución para la defensa de la igualdad de derechos y de oportunidades entre ambos sexos. Constituye una forma diferente de entender el mundo, las relaciones de poder, las estructuras sociales y las relaciones entre los sexos.
Sororidad:
Se refiere al apoyo, coexistencia y solidaridad entre las mujeres frente a los problemas sociales.Tiene que ver con lo que hacemos para dejar de pensar que las mujeres representan una competencia y una amenaza (cómo se nos ha educado) y basar nuestros vínculos en el apoyo, la empatía y la solidaridad teniendo en cuenta que todas tenemos algo en común: somos mujeres viviendo en un sistema patriarcal.
Espacio público:
Se identifica con el ámbito productivo, con el espacio de la “actividad” donde tiene lugar la vida laboral, social, política, económica; es el lugar de participación en la sociedad y del reconocimiento. Tradicionalmente es un ámbito donde reina la figura del hombre
Espacio doméstico:
Ámbito reproductivo, con el espacio de la “inactividad”, donde tiene lugar la atención a la familia (crianza, los afectos y el cuidado de las personas dependientes), es decir, donde se cubren las necesidades personales y del cuidado del hogar (lavar, planchar, cocinar, proveer de alimentos, etc.). Tradicionalmente un espacio donde se sitúa a las mujeres
Espacio privado:
Espacio y tiempo propio que no se da a otras personas sino para uno/a mismo/a, alejado del doméstico o del público. Aquí las personas se cultivan para proyectarse luego en el ámbito de lo público. Diferentes autoras han puesto de manifiesto cómo la privacidad es una parcela de la que disfrutan principalmente los hombres. En el caso de las mujeres tiende a confundirse con lo doméstico desplazándolas de poder disfrutar de ese espacio para sí mismas. Las mujeres tienen menos tiempo para el ocio, el descanso y el desarrollo personal en todo el mundo.
Desigualdades de género:
Diferencias de situación entre mujeres y hombres que derivan de los roles y estereotipos jerarquizados de género mantenidos y perpetuados a través del sistema patriarcal. Se traducen en:
- Desigualdades económicas: Desigualdades monetarias, en las condiciones de vida y capacidades
- Desigualdades sociales: Exclusiones sociales y marginaciones específicas que sufren las mujeres
- Desigualdades culturales: Prácticas culturales nefastas que se aplican sólo a las mujeres y no a los hombres.
- Desigualdades políticas: Desigualdad en la participación y toma de decisiones.
- Desigualdades éticas: Un comportamiento que se considera “bien” para los hombres puede considerarse “mal” para las mujeres.
Victimización secundaria:
Hace referencia a la mala o inadecuada atención que reciben las mujeres víctimas de violencia de género por parte del extenso entramado de instituciones sociales (sistema sanitario, social, policial, judicial, educativo e informativo).
Desde esta perspectiva se neutralizan las causas del delito y se establece una relación entre la víctima y el agresor. Según dicha relación, se considera que la víctima tiene cierta predisposición para desencadenar el delito, llegándose incluso a criminalizarla, y trayendo como consecuencia una disminución de la responsabilidad del agresor.
Las mujeres víctimas de violencia de género que padece un problema de salud mental, sufren una victimización secundaria por el sistema que las atiende cuando no son detectadas y/o identificadas y cuando sus testimonios son cuestionados o puestos en duda.