Buenas prácticas
El objetivo es ofrecer buenas prácticas que incluyan la perspectiva de género. Para ello es imprescindible generar espacios de trabajo que fomenten la igualdad de oportunidades y mostrar el camino para emprender acciones concretas que promuevan nuevos roles e identidades que contribuyan a un desarrollo pleno de las relaciones igualitarias, equitativas y de buen trato.
- Igualdad: Los/as profesionales tenemos que situarnos en un plano de igualdad con las personas usuarias con la única pretensión de potenciar procesos de autonomía, libertad y bienestar y no de dependencia.
- Mostrar una actitud empática y sincera. Acoger a la persona en su totalidad y no reducirla a un diagnóstico o síntomas. Reconocemos nuestros límites y acudiremos, en su caso, a la colaboración de otros/as profesionales, recursos o servicios adecuados a las necesidades.
- La importancia de establecer un vínculo. Es necesario que la persona se sienta respetada, escuchada y comprendida. Como profesionales tenemos que contar con una buena y adecuada formación para ser dignos/as de la confianza y capaces de dar respuesta a las inquietudes de las personas atendidas.
- No enjuiciar a la persona. Propiciar que la persona pueda mostrarse y expresarse sin sentirse evaluada es la única manera de poder entender lo que le pasa. Analizar ventajas e inconvenientes de cada intervención e implicarla en el proceso de empoderamiento necesario en cualquier proceso de rehabilitación.
- No enjuiciar. En cada intervención tenemos que propiciar que la persona se muestre y exprese sin sentir que está siendo evaluada e implicarla en el proceso de empoderamiento durante su recuperación.
- La escucha lo es (casi) todo. Las mujeres no cuentan con el tiempo suficiente para poder compartir su realidad, más allá de los síntomas que padecen, reducidas a un diagnóstico y habituadas a que otras personas hablen y decidan por ellas. En muchas ocasiones, con el impedimento del desarrollo de proyectos y planes de vida, sueños y deseos que dan lugar a temores, sobreprotección, infantilización, impotencia o peligro. La escucha activa es la base y facilita la intervención para ofrecer la oportunidad de comunicar quién es, cómo se siente y lo que le ocurre. Escuchar y acompañar tiene un efecto positivo. No confundir escuchar con dar consejos.
- Formación continua y permanente. Una labor profesional rigurosa y de calidad nos satisface tanto laboral como personalmente. La adquisición de contenidos y conocimientos en el quehacer diario debe ser continúa y permanente. Es una condición indispensable para quienes damos una atención, intervenimos y acompañamos a las personas que encuentran impedimentos para desarrollar sus proyectos y aspiraciones cotidianas.
- Ser sensibles, promover la igualdad de oportunidades y denunciar situaciones de discriminación hacia la mujer.
- Trabajar desde una perspectiva de género: El trabajo de recuperación con perspectiva de género no consiste en segregar, sino en adecuar las intervenciones a las necesidades de las mujeres para darles una mayor visibilidad y valorar el rol que desempeñan como parte de la sociedad. La intervención en sí misma es una herramienta para generar cambios y aprender relaciones saludables e igualitarias.
- “Contexto neutral”. No podemos dar por hecho que las mujeres usuarias viven en un contexto o familia donde el género no influye. No cuestionar esa “neutralidad” implica que estemos apoyando valores tradicionales, sexistas y no equitativos.
- Utilizar un lenguaje inclusivo no sexista. Visibilizar a las mujeres, eliminar los estereotipos y detectar tópicos y etiquetas que las desvaloricen.
- Huir de la idea de las “intervenciones espectaculares” que resuelvan la situación de inmediato.