Formación básica sobre violencia de género
Según Naciones Unidas, la violencia contra la mujer es «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.
La violencia contra las mujeres tiene su origen en un sistema de relaciones de género anclado en la organización social y en la cultura que, a lo largo de la historia, ha defendido que hombres y mujeres deben tener o tienen distintas cualidades y roles, donde prima la superioridad de lo masculino.
Estos roles estereotipados asignan la dominación, el control y el poder a los hombres, y la obediencia, la aceptación de la autoridad masculina y la dependencia a las mujeres. En ese contexto, se tolera socialmente que los hombres hagan uso de la violencia dentro del ámbito familiar para afianzar su autoridad. La educación y socialización de hombres y mujeres precisamente ha contribuido a perpetuar ese orden social establecido. Por tanto, el maltratador no nace como un agresor, sino que aprende cultural y socialmente a ser violento.
Para entender cómo se originan estas relaciones estructurales de desigualdad debemos partir de dos conceptos:
- Sexo: Diferencias biológicas, anatómicas y fisiológicas, entre hombres y mujeres.
- Género: Construcción cultural que hace una sociedad a partir de las diferencias biológicas. Mediante esta construcción se adscriben cultural y socialmente aptitudes, roles sociales y actitudes diferenciados para hombres y mujeres atribuidas en función de su sexo.
Desde los comienzos de la historia de la humanidad, a la mujer se le ha considerado como un ser inferior con respecto al hombre. A cada uno de los sexos se les asigna un conjunto de características que se han convertido en estereotipos y que siguen el siguiente patrón:
- Hombre: Relacionado con atributos como la fortaleza, la autonomía, la seguridad, la agresividad, la objetividad, la actividad, la valentía…
- Mujer: Vinculada a la debilidad, la maternidad, la emotividad, la dependencia, la inseguridad, la ternura, la pasividad, el servilismo, la cobardía…
A partir de esta construcción social del género, y de los atributos asignados a cada uno de los sexos, se han creado lasrelaciones estructurales de desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
Tipos de violencia de género
VIOLENCIA FÍSICA:
Toda acción que daña físicamente a la mujer causándole dolor físico, lesiones o enfermedades. En definitiva, cualquier tipo de mal orgánico o riesgo de tenerlo, con independencia de que se usen armas o no para cometer dicha agresión.
Estas pueden ser:
- Activas (visibles): Golpes de diferente intensidad, bofetadas, pellizcos, empujones, puñetazos, cortes, intentos de estrangulamiento, mordeduras, palizas, quemaduras, lanzar o golpear objetos, etc.
- Pasivas (invisibles): No facilitar que la mujer mantenga un cuidado sanitario básico, prohibir su adecuada alimentación, impedir su descanso o no actuar en situaciones en las que necesite atención médica.
VIOLENCIA PSICOLÓGICA:
Toda acción que daña o puede dañar emocionalmente a la víctima, así como a su integridad cognitiva, y que está dirigida a producir un dolor emocional. Minusvalorarla, anularla, intimidarla, causarle miedo y hacerla responsable y culpable del maltrato que está recibiendo y dependiente de su agresor.
Puede ser:
- Activas: Insultos, culpabilización, desvalorizaciones, humillaciones, burlas, descalificaciones, observaciones mordaces, coerción, críticas, desprecios, gritos, miradas o posturas intimidatorias, chantajes, amenazas, ridiculizaciones, etc.
- Pasivas: Abandono y aislamiento emocional, incomunicación, ausencia o negación de cuidado, falta de reconocimiento del valor y las cualidades de la mujer, ensalzar a otras mujeres o personas y no alabar nunca sus cualidades, monopolizar las conversaciones para que ella no se pueda expresar, centrar las verbalizaciones sobre ella en sus errores o fallos, ironía, descalificaciones soterradas, cinismo, etc.
VIOLENCIA SEXUAL:
Toda acción dirigida a obligar a la mujer a realizar una conducta sexual que no desea.
Pueden ser:
- Activas: Imponer a la mujer una conducta o conductas sexuales no deseadas, forzarla, coaccionarla, amenazarla o sugestionarla con mensajes manipuladores para conseguir que actúe en contra de su voluntad.
- Pasivas: Ignorar las necesidades sexuales de la mujer. Despreciarla y no mantener relaciones sexuales con ella, tener relaciones sexuales con otra mujer, en otra relación sentimental o mediante el uso de la prostitución. No procurar el disfrute sexual de la mujer y provocar dolor físico que pueda experimentar la mujer en la relación sexual.
VIOLENCIA ECONÓMICA:
Toda acción dirigida a debilitar económicamente a la mujer para hacerla dependiente del agresor o aprovecharse de su trabajo y esfuerzo para vivir y cubrir sus necesidades.
Pueden ser:
- Activas: Imponer a la mujer que trabaje para mantener el hogar y los gastos del agresor, sus caprichos o de las sustancias de las que pueda ser dependiente. Gastar el dinero de la mujer o de la familia a escondidas. Controlar y decidir en qué se gasta el dinero. Obligar a la víctima a contraer deudas o a pedir créditos de los que el agresor no se hace responsable. Apoderamiento de los bienes de la mujer, obligarla a justificar todos los gastos, etc.
- Pasivas: A la mujer se le impide trabajar, por lo que se crea una dependencia con respecto al agresor. En muchas ocasiones, estas conductas violentas son camufladas y justificadas por el hombre con mensajes que tratan de hacer creer a la mujer que son bienintencionadas: “Lo hago porque quiero que tú no te canses”, “lo hago para tenerte como una reina”…
Ocultar el dinero, bienes o los movimientos económicos que efectúa el maltratador.
VIOLENCIA SOCIAL:
Toda acción dirigida a separar y aislar a la mujer de sus familiares, amigos y su entorno social o viceversa.
- Activas (directas): Impedir a la mujer mantener relaciones sociales, con la familia, amigos o compañeros/as de trabajo. Ejercer la violencia psicológica en público.
- Pasiva (indirectas): Dar una imagen extremadamente positiva de sí mismo a la gente que rodea a la víctima que impida a la mujer ser creída o tomada en consideración cuando decida dejar de silenciar el maltrato. Criticar, desvalorizar. Crear en la mujer una mala impresión, y cuestionar la apreciación hacia la mujer, de su red familiar y social. Hacerle creer que su entorno no es bueno para ella y así lograr el distanciamiento. Cuestionar la necesidad de tener contacto con otras personas, para lograr que la víctima sólo se relacione con él y aislarla. Coquetear con otras mujeres delante de la víctima. Mostrarse descortés y desagradable en reuniones sociales para lograr que el círculo de amigos y familiares evite tener contacto con la mujer. Conseguir crear ideas negativas de la mujer a las personas que se relacionan con ella para que piensen que es rara, mala persona, etc.
Hay que tener en cuenta que no se llega a la violencia física en todas las situaciones de maltrato, pero nos podemos encontara ante estas dos coyunturas:
- Que un agresor nunca utilice la violencia física, porque es consciente de que si la emplea podría perder el control sobre la víctima si ella identifica que sufre una situación de maltrato. Estos agresores suelen emplear frases como: «Yo no te he pegado nunca, no puedes decir que te he maltratado». Incluso suelen “solidarizarse” con las mujeres maltratadas que aparecen en los medios de comunicación para confundir a la víctima y negar así sus episodios de violencia.
- Que el agresor quiera más y más control y no le baste la violencia psicológica para conseguirlo y que, por tanto, pase a la agresión física. Cuando el agresor toma conciencia de que la mujer soporta la violencia física y no rompe la relación, se volverá muy peligroso y la violencia se recrudecerá.
Ciclo de la violencia de género
La teoría del ciclo de la violencia, formulada por la antropóloga Leonor Walker, es muy útil para entender los comportamientos de las mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas masculinas. Este ciclo ayuda a comprender, sobre todo, la vuelta de la víctima con su agresor, algo que puede provocar en algunas/os profesionales un cierto sentimiento de fracaso o incluso de “enfado” hacia la mujer que sufre violencia.
La violencia de género se mantiene a lo largo del tiempo y se lleva a cabo de forma intermitente, alternando los momentos de tensión y violencia con otros de calma, tranquilidad e incluso afecto.
Esta intermitencia o alternancia se caracteriza por seguir un ciclo de tres etapas:
FASE 1. ACUMULACIÓN DE TENSIÓN
Se caracteriza por cambios imprevistos y repentinos en el estado de ánimo, enfados ante cualquier problema en la convivencia, reacciones agresivas ante cualquier frustración o incomodidad… (La comida no está a su hora o a su gusto, ella no está cuando él la «necesita» para algo, los hijos e hijas hacen mucho ruido…). El hombre está «muy sensible» (todo le molesta) y cada vez más tenso e irritado. En esta fase, la mujer intenta controlar la situación con comportamientos que anteriormente le han servido: Es condescendiente con él, intenta satisfacer o incluso anticiparse a sus deseos y caprichos, procura no hacer nada que le desagrade y hace todo lo posible para poder complacerlo. Tiende a minimizar los incidentes («no fue para tanto», «pudo haber sido peor»), excusarlos, justificarlos, y achaca la tensión de su agresor a causas externas. Esta fase se puede mantener durante largos períodos de tiempo.
FASE 2. EXPLOSIÓN DE VIOLENCIA
El agresor ejecuta la tensión acumulada en la fase anterior mediante un incidente agudo. Esta descarga puede adoptar distinta formas y grados de intensidad. No se debe caer en el error de pensar solamente en la agresión como forma de explosión o descarga, ya que se puede dar de muchas formas activas o pasivas (gritar, ignorarla, golpear muebles, amenazarla con abandonarla, no hablarle, etc.). La motivación del maltratador es castigar los comportamientos de la mujer que él considera inadecuados desde su planteamiento de poder y desigualdad. El incidente agudo de violencia se detiene cuando el maltratador piensa que ella «ha aprendido la lección». La mujer cataloga el enfado como una situación de “fuera de control”. Cuando finaliza esta fase de descarga de la violencia, la mujer que la sufre queda en un estado de conmoción. No se cree lo que ha pasado, minimiza el ataque y las heridas recibidas e incluso llega a negar lo que ha sucedido.
FASE 3. LUNA DE MIEL
Fase de manipulación afectiva que se caracteriza por la disminución de la tensión y adopta distintas formas: El maltratador puede pedir perdón y prometer no volver a ser violento, reconocer su culpa y plantear cambios (incluso mediante tratamiento) para el resurgimiento de la relación. El maltratador ha ejercido el castigo en la fase de explosión («necesario» para que ella se adapte a los comportamientos que él espera), pero no puede permitirse ejercer la violencia de forma continuada ya que la mujer tendería a conductas evasivas o de escape. Por ello, tras el castigo, adopta conductas para manipularla afectivamente y así conseguir que permanezca en la relación. La victimización de la víctima se hace más profunda, pues se estrecha la relación de dependencia mujer-maltratador.
En esta fase, la mujer también abandonaría la idea de dejar la relación si ella había tomado la decisión de acabarla por el acoso emocional y afectivo del agresor.
Ante esta «nueva» actitud del maltratador, las mujeres suelen retirar los cargos, abandonar el tratamiento y tomar como real la esperanza de que todo cambiará.
Esta fase tiene una duración temporal limitada ya que no responde a un arrepentimiento real, sino a la percepción del maltratador de que no haya riesgos en la continuidad de la relación. Analiza a la pareja desde la subjetividad del dominio y la desigualdad por lo que pronto se iniciará otra fase de acumulación de la tensión y el ciclo se repetirá.
Si las personas que pretenden ayudar a la mujer que sufre violencia no conocen y comprenden este ciclo pueden acabar también bajo la manipulación. Generalmente, la mujer acude a pedir ayuda después de una fase de explosión, especialmente, importante o dañina para ella y que la lleva a superar el miedo, la vergüenza y la sensación de fracaso vital que supone asumir que su pareja es violenta. No podemos perder de vista que tras esa fase de explosión llegará la de“luna de miel”. Es decir, cuando el maltratador logra acceder a ella (personalmente, por teléfono, a través de los hijos e hijas o personas cercanas) y se mostrará como un hombre arrepentido. Le suplicará perdón, jurará que no lo volverá a hacer y le prometerá cambiar y/o acudir a tratamiento, etc. Esta situación puede llevar a la mujer a renunciar a la ayudaque ha pedido.
Si como profesionales no conocemos cómo funciona el ciclo de violencia, y somos conscientes de que la mujer ha sido manipulada una vez más, la culpabilizaremos erróneamente de la violencia a la que está sometida.
Denunciar
La denuncia es una de las formas que tienen las mujeres víctimas de violencia de género para romper con la situación que están sufriendo y es la manera de poner en marcha los mecanismos de protección de la Administración de Justicia. Por eso, es importante que, cuando una mujer interponga una denuncia, lo haga con apoyo y asesoramiento adecuados. Esto evitará que se retracte o se arrepienta de haberlo hecho.
Los hechos que se pueden denunciar son: Amenazas, coacciones, insultos, agresiones físicas (incluso si no producen lesión) y agresiones sexuales. Si ocurren de forma reiterada se consideran delitos de violencia habitual.
Las denuncias se pueden presentar en una comisaría de Policía Nacional, puesto de la Guardia Civil, en un juzgado de guardia y en una oficina de la Policía Local (cuando es urgente y no hay cerca una comisaría de Policía Nacional, cuartel de la Guardia Civil o juzgado de guardia). A través del 112 también se podrá activar los dispositivos de atención y emergencia a mujeres víctimas de violencia.
La denuncia puede ser interpuesta por:
- La víctima de la agresión. Aunque no es obligatorio, es recomendable que presente la denuncia asistida por un/a abogado/a.
- Cualquier persona que tenga conocimiento del delito. Quien presencie la perpetración de cualquier delito público está obligado a ponerlo inmediatamente en conocimiento del juzgado o de la policía. Por lo general, estas denuncias se están archivando si la víctima no es quien denuncia, a no ser que existan menores en peligro. En este caso, el fiscal está obligado a continuar con el procedimiento.
- La policía. Los atestados policiales tienen valor de denuncia.
- Servicios médicos. La ley obliga a los médicos a comunicar o denunciar los posibles delitos de los que tengan conocimiento. Desde 1997, existe un protocolo de actuación sanitaria que establece las directrices que tiene que seguir el personal sanitario.
- Servicios sociales. Pueden asesorar a la víctima y comunicarse con los servicios sanitarios para que hagan un parte de las agresiones que será enviado inmediatamente al juzgado de guardia.
- Las autoridades judiciales. A partir de la reforma del Código Penal de 1999, tienen obligación de iniciar el procedimiento penal una vez que tengan conocimiento de la comisión del delito, con independencia de que exista denuncia de la víctima o de sus representantes legales.
Características del maltratador
No hay un perfil social de maltratador. La violencia contra las mujeres es ejercida por hombres de diferentes edades, status económicos, culturales y sociales.
No es la situación económica, familiar o profesional la que hace que un hombre sea un agresor, sino las ideas y los mensajes de superioridad con respecto a las mujeres que ha recibido desde su niñez. Además, hay que sumar sus inseguridades, confusiones y frustraciones que materializará en forma de gritos, insultos y golpes, en el momento en que se cuestione su situación de poder.
No hay un perfil tipo de maltratadores, como hemos visto, pero sí se repiten una serie de rasgos que los caracterizan:
- En el ambiente de familia se muestran violentos y agresivos, pero seductores y persuasivos de cara a los demás en su vida pública. Un factor de riesgo es que hayan sido también testigos de violencia en su núcleo familiar.
- Reiteran estas conductas con otras mujeres con la que mantienen relaciones de pareja. Muchos de ellos muestran un alto grado de dependencia hacia la mujer y un escaso desarrollo de su autoestima.
- No asumen su violencia, ni la consideran un problema, tienden a justificarla y minimizarla.
- Suelen ser inseguros, celosos, dominantes y agresivos. Mantienen claras actitudes sexistas y se creen todos los estereotipos sobre la mujer
- Son personas de valores tradicionales respecto al género y al papel tradicional que hombres y mujeres deben cumplir.
En síntesis, los maltratadores no pertenecen a ninguna clase social, económica, cultural, religión o grupo étnico determinado.